4 días por el valle de Tena.

 Se acercaba el final del verano y casi sobre el pitido de la campana conseguimos sacar 4 días para la tradicional escapada pirenaica. Un programa apretado de tres actividades: el Pico Palas pasando por el Pitón Von Martin, el pico Anayet por la vía Balcones del Anayet y la vía Julián Vicente. Tres actividades para tres y tres noches.

                El martes salimos para el embalse de la Sarra, en las cercanías de Sallent de Gallego, y a las 4 de la tarde, con la mochila a la espalda, subíamos a los ibones de Arriel. Mucho calor y el relax del viaje hizo que nos costase más de la cuenta. Sobre las 7 llegábamos a los lagos Unos prados idílicos a la orilla del ibón de Arriel Bajo decidimos que serían el sitio para vivaquear. Baño del más valiente, cena y a las 9 al saco que prometía ser una noche espectacular.

                                                      Camino a los Ibones de Arriel

A las 6 sonó el despertador, y los tres llegamos a la conclusión que algo había en ese sitio que no nos dejó dormir bien y pasamos media noche viendo estrellas, satélites, estrellas fugaces y la luna. A las 7 salíamos para el ibón superior, otro paradisiaco sitio para dormir, y seguimos camino para el empiece de la vía de escalada al Pitón Von Martin. Habíamos decidido comenzar la escalada por la entrada directa y allí nos encontramos con dos franceses. Saludos y miradas y algo nos decía que para ellos no era su sitio. Con los croquis de la vía en la mano les tratamos de explicar donde estábamos y cuando oyeron la palabra Von Martin dijeron que no. Resultó que ellos iban por la chimenea Ledormeur, ruta de bajada para nosotros, y se habían despistado. Así que nos quedó la pared para nosotros solos.



                                   Pitón Von Martín y Pico Palas

La escalada no está muy definida salvo que va por la arista, si te complicas mucho, es que por ahí no es. La roca es buena en general y el paso más complicado, un diedro desplomado de V y protegido por un clavo, se encuentra bien. Coronamos el Pitón y luego destrepamos a una horquilla donde escalamos otra torre y de aquí bajamos a enlazar con la ruta normal del Palas si se sube desde España. Dejamos todos los trastos y salimos para la cumbre donde disfrutamos en una “opípara” comida, soledad y vistas de escándalo con decenas de cumbres y valles que nos hacen comentar; que depresión, no nos va a dar tiempo a subir todas estas cumbres.

                                                                Entrada directa




                                           Paso más complicado de la vía


                                                                                    Cumbre

En la bajada nos encontramos con militares con su arma al cuello y les preguntamos si por fin España ha decido invadir Francia y quedarnos con todos los Pirineos, nos dicen que no que tendremos que seguir compartiéndolos. Bajamos por la chimenea Ledormeur, un destrepe en el que no te puedes caer y en el que hay que tener cuidado con no tirar piedras o que no te las tiren. El calor ya aprieta y nos centramos en bajar rápido y al ibón de cabeza. Nos plateamos la primera travesía cántabra a nado del lago y se queda en intento porque el agua está fría. Sin prisas nos dirigimos hacia el coche y ahí nos volvemos a dar otro baño y decidimos quedarnos a dormir en el embalse La Sarra después de una buena cena.






El jueves nos dirigimos para el Anayet; cima pirenaica en la que nunca hemos estado a pesar de haberlo intentado en varias ocasiones sobre todo en invierno. Habíamos descubierto que tiene varias vías de escalada y decidimos subir por “los balcones del Anayet”, vía entera equipada donde solo hay que llevar cintas expreses.
Subimos por el valle de Espelunciecha y por el que siempre subo de mala leche viendo como se lo cargaron por hacer una pista de esquí. Las vistas del Midí y del Anayet son impresionantes y para subir a los ibones del Anayet optamos por la ferrata o lo que sea eso. Los ibones son uno de los rincones más maravillosos del Pirineo. El típico sitio donde sueñas con dormir al menos una vez en tu vida. Apuntado queda.

Cara este del Anayet e ibón del Anayet

La vía de escalada se localiza fácil, en la cara este y además tiene una señal de color azul cogida de la estación de esquí. Las chapas a veces cuesta verlas y algunas tienen unos cordinos. Todo esto parece ser que no ha sentado bien a alguno de la zona y como siempre pues hay discusiones al respecto del equipamiento. Lo que no hay duda es que los primeros largos no se podrían proteger de otra manera ya que hay muy pocas posibilidades de protección y la exposición sería muy elevada con pepinazos muy serios. Enlazamos algún largo y para nosotros el más difícil fue el tercero que le dan de V+ Como curiosidad la roca del Anayet es volcánica ya que se escala la antigua chimenea de un volcán, el resto del volcán fue eliminado, y el color oscuro y la orientación este de la vía, hace que lleves las manos calientes de narices para que no se te olvide el origen volcánico.

                                                                                   Primer largo



                                       Tercer largo y el más complicado



Una vez pasado el largo del V+ llegas a la arista y la escalada es más fácil y nos quitamos los gatos y escalamos en playeras. Por fin llegamos a lo alto de esta cumbre que llevábamos años queriendo subir. Las vistas espectaculares pero siempre acaban en el recayendo en el Midí; otro pitón volcánico. El descenso tiene su miga y sobre todo pensando en bajar por allí en invierno con todo nevado y orientación sur. Una marcada travesía sobre rocas pulidas, vamos ideal para matarte si tiene nieve. Habrá que tenerlo en cuenta si alguna vez conseguimos escalar su cara norte. Llegamos a los Ibones y a lavarnos un poco y seguir alucinando con el sitio.


                                                              Cumbre



Como vamos bien de tiempo, y no estamos cansados, decidimos bajar por el GR.11 hacia el parking del Anayet y luego volver al parking donde tenemos el coche. Es más largo pero así lo conocemos.

Ante el aviso de cambio de tiempo dormimos en una cabaña de la “red de refugios de Altai” encima del pueblo Hoz de Jaca ya que al día siguiente queríamos escalar la vía Julián Vicente  o del Diedro de Hoz de Jaca y volver para casa.  

Amaneció lloviendo levemente y sin prisas desayunamos, recogimos y pensando que íbamos hacer. Aparcamos en el mirador volado de Hoz de Jaca y vimos que no hacía muy malo así que movimos el coche al pueblo nos pusimos todos los trastos y a escalar la vía.

Todos los que escalamos conocemos el concepto de “vías placer” pues hasta que no escalas esta no conoces la auténtica vía placer en mayúsculas. 5 minutos de aproximación en playeras, con todo puesto, un rápel vertiginoso de 55 y otro de 50 metros te dejan a pie de vía. 4 largos de escalada vertical que no pasan de V+, en diedro, espectaculares, con un patio de morirte  y entera protegida. Un lujo en toda regla. Por ponerle una pega es la cantidad de basura que hay en el comienzo ya que los del pueblo lo debían utilizar como basurero.  Cerveza en el pueblo y para casa.

                                                    1 rápel bolado


                                                                1 largo







Pues esto es todo lo que dieron los 4 días, exprimidos al máximo y en los que tachamos varios proyectos de la lista, pero por desgracia se han incorporado otros cuantos así que así no vamos acabar nunca y tenemos tarea para el año que viene.


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