Una semanita por Pirineos. Crestas del Diablo y Costerillou.

Montañeros:

- Goyo

 -Angel Luis

El 10 de julio Ángel y Goyo salimos temprano dirección Pirineos con intención de hacer algo que rondaba nuestras cabezas hacía tiempo. Las crestas del Diablo y Costerillou en el macizo del Balaitus son de esas actividades que todo el mundo quiere hacer algún día, pero por una razón u otra el tiempo había ido pasando y seguían pendientes.

Por los ibones de Arriel.

Así que sobre la una de la tarde ya nos encontrábamos en Sallent de Gállego. Tras un bocata y la cerveza correspondiente, nos plantamos en el embalse de La Sarra, donde preparamos el material economizando el peso todo lo posible. Comentario de Ángel: Ahí arriba pesan hasta las etiquetas. Así que una cuerda de 60, 10 expreses, 5 fisureros y otros tantos friends acompañados de unas cintas largas fue el material que acarreamos hasta Respomuso, donde dimos comienzo al proceso de hidratación necesario para estas aventuras: las jarras de cerveza que sirven en este refugio son algo sublime.

Fin de la escalada, con el Palas al fondo

Como aperitivo habíamos pensado hacer la arista SO al Palas, así que a las 6 de la mañana del día 11 ya estábamos desayunando, y poco después marchábamos través de los ibones de Arriel. Una mañana preciosa nos llevó en un par de horas hasta la base del Pitón Von Martin, inicio de la escalada. Creo recordar que cinco largos, el primero con algún paso de V, nos dejaron en su cumbre. Un pequeño destrepe, y en otro par de largos llegamos a una zona desde donde ya se llega andando a la cumbre. La bajada la hicimos por la chimenea Ledormeur, que está marcada y tiene unos anclajes para rapelar, pero que se puede bajar destrepando perfectamente.

Un gendarme inesperado

De nuevo a las 6 de la mañana del día 12 estábamos preparándonos para acometer las crestas del Diablo y Costerillou. Más de 2 horas de aproximación hasta la Brecha de Demeure Lagarat, brecha ocupada en gran medida por un nevero duro como el acero que tuvimos que flanquear por un terreno descompuesto y peligroso. Nos encontramos con el clásico paso de IV tonto y expuesto, y también con la consiguiente piedra que se suelta y te pega un susto de muerte. Finalmente y con bastante alivio, después de una hora más nos encontramos en la horquilla de la brecha, donde apreciamos la cresta en toda su plenitud por la parte francesa. Y aquí dio comienzo al lío que nos supuso interpretar la descripción que llevábamos sobre la cresta y que habíamos sacado de Internet: que si escalamos esta primera aguja, que parece que no hay ni rastro de que se pase por aquí, que vamos a releerlo, que no lo acabo de ver… En fin, esa fue la tónica de la totalidad de la cresta, un hermoso y complicado laberinto que al final se fue sacando por intuición y que es imposible relatar aquí con detalle.


Bien temprano, camino del Palas.

 
Empezamos atravesando en horizontal un buen trecho hasta llegar a la altura de una aguja que escalamos. Al llegar a la característica aguja del Canino, optamos por destrepar y hacer un flanqueo por la parte española. Retomamos de nuevo la cresta, y a partir de aquí escalamos agujas, placas inclinadas, placas verticales, nuevos destrepes, rápeles, tramos afilados, aceramos en un muro vertical… En fin, toda una completa gama de lo que puede llevar una cresta. Tras superar el pico Soulano y por lo tanto próximos a finalizar la Cresta del Diablo, nos encontramos sumidos en un mar de dudas en cuanto a la continuación del itinerario. Casualmente encontramos un montaje de rápel con parabolts que usamos sin mucha convicción. Este nos llevó a un segundo rápel, de donde volvimos a la cresta, y al poco tiempo –llevábamos cerca de 9 horas de cresta- decidimos buscar un lugar para vivaquear. Una vez aposentados ya vimos que la Cresta del Diablo había finalizado y que posiblemente habíamos empezado la de Costerillou. Al día siguiente, en el refugio, el guarda nos confirmó que los rápeles que habíamos utilizado eran los del escape final de la cresta y que había un sistema de 4 reuniones, de los cuales nosotros solo vimos los dos primeros.

Nos montamos un vivac de lujo. Situados al este, la luz y el calor del sol nos cargó de energías a la mañana siguiente para acometer la segunda cresta, la de Costerillou. Sin información de ningún tipo fuimos escalando aguja tras aguja, destrepando y rapelando guiados solo por la lógica y la intuición. Disfrutamos más que la víspera a pesar del fuerte viento, pero como sin sufrimiento no hay éxito, aquel se nos presentó en la Torre de Costerillou. En un momento nos encontramos sin evidencia clara del itinerario: complejidad miraras por donde miraras, un tramo de cresta afiladísima, un rápel nada atractivo… Optamos por la cresta, que nos llevó a una repisa ancha que terminaba en el vacío. Hacia arriba un clavo que olía a embarque. Necesidad obliga, así que hacia arriba, un bonito largo que afortunadamente nos puso en el buen camino. Posteriormente y rodeados de espuma comprobamos en el libro del refugio que se trataba de una de las posibilidades de alcanzar la torre. De allí hasta la cima del Balaitus, desde donde bajamos por la vía normal al refugio para seguir con el proceso de hidratación –¡qué jarras!-.

Es interesante resaltar que es preferible comenzar la Cresta del Diablo más a la izquierda de la brecha Demeure Lagarat, por una cornisa que asciende de forma evidente en diagonal hacia el collado del Canino. De esta manera se evita la brecha sin perder nada interesante desde el punto de vista de la escalada.

El día siguiente lo dedicamos a descansar e hidratarnos. Bajamos a Sallent y nos fuimos de concierto al festival de Pirineos Sur. Pensábamos escuchar a Emir Kusturica, pero nos conformamos con Julieta Venegas -…me despido de ti y me voy-

Empezando el pitón Von Martín

El día 15 subimos a Pombie para escalar en el Midi d’Ossau. Después de montar la tienda y visitar a los guardas del refugio nos encaminamos a la vía Mailly. Muy bonita y con un tercer largo muy exigente. Cena en el refugio y a la tienda.

Al día siguiente nos dirigimos a la Vía de los Desplomes. Mucho cansancio acumulado, así que al tercer largo mis reservas y mis ganas ya estaban bajo mínimos. En el largo siguiente decidimos dejar esta vía para otra ocasión, así que pusimos rumbo a la civilización a recuperar fuerzas y renovar nuestras ganas de escalar.
Cumbre del Palas, con el arriel al fondo

¡Una semanita muy alpina!

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares