Pérdida de un amigo
Ayer en el Pico Bóveda dos amigos y montañeros de Altai tuvieron un accidente y como consecuencia de ello Nando fa lleció. Días tristes en Altai y os ponemos este escrito de Miguel Ángel:
Amigos, día muy duro para todos. Nando se nos ha ido y deja apenados a
su familia, amigos y a un montón de compañeros de avatares de montaña.
Todavía
recuerdo aquella tarde del año 2000 en que estábamos en el local del
ALTAI unos cuantos llenos de polvo y viruta y entraron por la puerta
Garrido, Carmen y Nando. Se querían hacer socios del grupo y desde ese
mismo momento lo han sido y serán por siempre. Porque en el ALTAI hay
lista de altas de socios pero no de bajas. Seguimos sumando, cada uno a
su manera e independientemente del lugar en donde viva. Por eso Nando
será siempre socio del ALTAI y, además, amigo nuestro.
Como
todos sabéis yo ando lejos de vosotros, del local o lo que quede de él,
de Picos, del Marques de Santillana y el Cabaret Oasis, del Coriscao y
la Canalona, pero solo porque un cacho de océano me impide salir al
monte cada fin de semana con vosotros. Cada vez que me enfundo la
mochila y salgo a caminar con amigos montañeros de Tenerife me acuerdo
de vosotros. Y al ver esas fotos que sacáis por esas montañas de dios se
me ponen los dientes largos.
Igualmente,
mañana y estos próximos días tampoco podré estar ahí y daros un fuerte
abrazo a todos. Salir de las islas deprisa y corriendo y viajando barato
es tarea imposible. Por eso os escribo este correo, para acompañaros en
el dolor a todos y que me sintáis como si allí estuviera.
Hace
ya más de 15 años que Andoni, Chechu y yo estuvimos enfrascados en una
historia, trágica al principio, pero que tuvo final feliz. La pedrada
que sufrí y las duras secuelas que padecí durante casi un día a más de
4.000 metros y metidos en una gran tormenta alpina, por suerte quedan
hoy en anécdota. Días más tarde de todo aquello y ya en casa, operado y
con un trozo de plástico en el cráneo, la vida volvió a la normalidad y
solo cuatro meses más tarde subí al Dobra con Raúl. A partir de ese
momento el pistoletazo de salida estaba dado de nuevo y la montaña me
esperaba. Y así hasta hoy.
Pero la clave de
toda mi recuperación, lo he dicho siempre y hoy de nuevo, fue volver un
año después al Cervino y poder bajar a pie y no en helicóptero. Al igual
que el año anterior, tampoco pude subir al pico, pero el hecho de
volver de nuevo (y solo un año después) a esa mole de granito y bajar de
él por mis propios medios ya es más que coronar cualquier cima. Todo
aquello se lo debo a Caba. El me acompañó aquel verano del 99 y con su
compañía pude saber de nuevo que seguía siendo montañero.
Algunos
de vosotros sabéis que os aprecio y os quiero casi como esos hermanos
de sangre que no tengo. Caba es uno de ellos. Es un compañero de
batallas con los que he compartido cimas, risas, viajes ... de todo,
menos queso. Quiero que sepas, amigo Caba, que te envío desde la lejanía
un abrazo fuerte y sentido como aquel que nos dimos en agosto de 1999 a
los pies del Cervino, tras aquella bajada. Ánimo.
Y
al resto pues poco más. Que seguiremos saliendo a la montaña. Que la
montaña nos espera. Y que no perdamos nunca la camaradería, la amistad y
el compañerismo, porque entonces seremos simples deportistas, cuando en
realidad somos grandes montañeros.
Besos y abrazos infinitos desde las faldas del Teide.
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